La salud mental es un derecho inherente a cada ser humano y a su vez es un deber que solo cada uno de nosotros puede otorgarse.
La salud mental es un estado natural del Ser, y su cuidado es tan importante como el que otorgamos al cuerpo físico. La mente debe cuidarse, cultivarse y aquietarse apropiadamente, ya que es también una importante herramienta al servicio del Ser. Y al atenderla nos estamos otorgando la bonita oportunidad para disfrutar la vida a plenitud.
La purificación de la mente ha de ser un proceso regular, es decir, que debe mantenerse en el tiempo a lo largo de toda la vida. Y desde la perspectiva del Yoga, existe un camino muy recomendado para el cuidado y fortalecimiento de la mente. Se trata de la contemplación, o Dhyana, lo cual consiste esencialmente en calmar y acallar la mente.
Para ello, se recomienda aplicarse diligentemente a un camino, es decir, a una práctica que nos otorgue herramientas valiosas para la vida misma. Y para que dicho sistema o forma de proceder sea realmente útil, debe poder estar al alcance de cualquier persona interesada(o) en aplicarlo a su propia existencia.
Para ello hago referencia a continuación a un fragmento del libro “Un Curso de Milagros”, que describe maravillosamente el estado contemplativo:
“Permanece muy quedo, y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es. Todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo. Todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo, de todo pensamiento que considere digno. Así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada, no conserves nada".
Al inicio serán solo unos pocos minutos, y está perfectamente bien. Pero puedo asegurarte por experiencia propia que poco a poco empieza a surgir naturalmente no solo, un gusto por extender estos momentos de “aquietarse”, sino que empieza a extenderse también a otros estados en los que no estarás necesariamente quieto y en silencio, y aun así podrás disfrutar del “silencio” al caminar, trabajar, comer, etc.
Al hacer esto ya has empezado a crear ciertas condiciones favorables que te permiten ahondar poco a poco y amorosamente en la percepción del “Silencio Vivo” que es la fuente de la Vida misma y que podemos designar indistintamente con palabras diversas tales como: Amor, Dios, Consciencia Absoluta, etc.
En la medida en que practicas, te entregas más y más a la percepción del orden natural de la Vida, y desde allí, te abres a la experiencia del “mundo” con la plena certeza de que el único propósito es deleitarse en el Amor que ERES. El proceso de disolución del falso “Yo” comienza y paso a paso te conduces hacia el reconocimiento de la verdad de la Vida y de la auténtica naturaleza del Ser: Eres completo y perfecto, eres UNO con la divinidad.
Lo más importante es practicar y para ello solo debes querer aquietarte, no es necesario hacer nada, no tienes que convertirte en algo más. Tú ya ERES, solo tienes que sentirlo y reconocerlo.
Ábrete a la percepción del silencio en tu interior y, ante todo, recuerda que el camino del reconocimiento del “Sí Mismo” es siempre sencillo, amable y al alcance de todos.
Namaste,
Sebas.
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